jueves, 27 de noviembre de 2008

Bahía Drake












A vuelo de papagayo, Bahía Drake queda muy cerca de Puerto Jiménez, en la otra parte de la Península de Osa, pero no hay carreteras que cruzan el istmo, el Parque separa ambas orillas y llegar en transporte público toma su tiempo. Poca gente hace esta ruta y por suerte nos encontramos con dos mujeres canadienses y pudimos compartir un 4x4 la mitad del trayecto.
Llegamos a Drake, una aldea frente a una bahía. Encontramos una bonita cabaña en lo alto de la colina con vistas al mar. Prácticamente solos en este lugar, nos desperataban los pájaros, un colibri rovoloteaba en el jardín de flor en flor y pasamos dos días tranquilos. El tiempo es muy húmedo, las mañanas son claras, se puede llegar a ver el sol, pero las tardes son lluviosas y caen unos chaparrones impresionantes. Toda la costa del Caribe está actualmente inundadas y no paran de llegar noticias de evacuaciones y damnificados y se ve que las lluvias que llegan a la costa pacífica, donde estamos, son los restos de aquella borrasca, aun así, nos hemos bañado todos los días, hace mucho calor y hemos podido dar bonitos paseos.
Hay un camino que bordea la jungla que parte de Bahía Drake hacia unas playas apartadas a las que solo se puede llegar a pie o en lancha. En la Península de Osa, se ha primado la conservación de los lugares más hermosos frente a la especulación. La mayoría de los sitios están protegidos, no llegan las carreteras, no se puede comprar una sola Coca Cola a menos de 3 horas caminando de las playas más bonitas, los hoteles se meten en el interior del bosque o se concentran en una sola aldea, las carreteras no están asfaltadas. No es un lugar fácil, pero el contacto con una naturaleza intacta, pura a cien por cien compensa el esfuerzo.
En el pueblo de Bahía Drake, tan solo hay un par de restaurantes, dos tiendas con lo imprescindible y muchísima paz. Los aldeanos van y vienen del bosque, se mueven en lancha hacia Sierpes donde llegan la carretera que los une con el resto del país.
Para salir de esta región, cogimos esta lancha que remonta un río entre manglares y humedales. Es un trayecto precioso que se hace, como todo aquí, muy temprano. Durante la travesía hemos visto lo que andábamos buscando sin éxito desde hace que llegamos, un oso perezoso colgado de un árbol. Son muy difíciles de observar ya que se mimetizan con el entorno, parecen nidos de termitas colgando de las ramas, se mueven con extrema lentitud para que sus depredadores no les detecten.
Hoy hemos remontado bastante hacia la mitad del país, acabamos de llegar al Parque Nacional de Manuel Antonio, también en la costa. Nos hemos quedado sorprendidos de las malas conexiones e infrastructuras que unen las diferentes zonas del país. Para realizar los últimos 45 kms antes de Manuel Antonio, entre las plantaciones de palma, tardamos unas 3 horas, por una carretera sin asfaltar y que es la única que recorre esta parte de la costa.
A diferencia de la Península de Osa, esta zona es mucho más turística, una gran playa con surfistas, chiringuitos, hotelitos, restaurantes. Es la puerta de entrada a un Parque Nacional al que vamos para descubrir sus famosas playas.










1 comentario:

colette dijo...

que bonita, la playa... !
y el oso no hace entender que estàis este año en lugares con una fauna extraodinaria. Tanta tranquilidad en un mundo preservado y ocn playas ademàs, debe ser algo muy emocionante... saludos
colette