¡PURA VIDA!
Llegar a San José de Costa Rica después de un palizón de viaje como nos hemos pegado resulta algo desconcertante. Esto no es Colombia, Costa Rica es un país sin ejercito y se nota. Los trámites de inmigración son sencillos y rápidos, San José es una capital pequeña y se respira otro ambiente mucho más relajado, pero cuando llegamos anoche, una oscura nube plomiza se abatió sobre la ciudad. Hacía frío y no pudimos deshacernos del plumas y de la bufanda. Cansados, la misma nube oscura que cubría los cielos se abatió con aún más fuerza sobre nuestro ánimo. ¿Qué hacemos aquí? pensabamos... Con un vuelo previsto al alba sin saber muy bien dónde llegaríamos, nos metimos en internet para ver el mapa del tiempo : desolador. Nos anunciaban depresiones a escala de un continente, tanto las costas pacíficas como caribeñas se dibujaban bajo tormentas de lluvias para al menos los diez días próximos. De bajón, nos fuimos a cenar por las calles casi desiertas de San José bajo un chaparrón continuo. En la pensión donde nos alojamos (Backpackers Costa Rica : normalita y algo carilla para lo que es), nos ayudaron a diseñar una ruta apróximada para los días siguientes. Pusimos el reloj a las 3:45 de la madrugada, pues teníamos que coger un vuelo a las 6:00.
Al amanecer soplaba un aire algo más cálido que por la noche que parecía disipar tanto las nubes que pasaban sobre el país como las que resonaron en nuestra cabeza. Llegamos a un aeropuerto donde sólo opera la compañía Nature Air con una flota de avionetas de hélices. Casi los primeros, despegamos con las primeras luces del día. Fue un experiencia que nunca olvidaremos. Es algo que no se debe de hacer en Costa Rica. Por unos 35 euros, subes a una avioneta de 15 pasajeros, con ventanas panóramica y vuelas entre las nubes, las montañas, entre los dos mares divisando todo el paisaje y el cielo a 360|°. En unos 50 minutos, llegamos a Golfito.
Golfito es un minúsculo puerto franco, muy cerca de la frontera panameña, a orillas del Golfo Dulce y enfrente de la Península de Osa, una de la regiones más remotas y mejor preservadas de Costa Rica. Entre montes cubiertos de selvas primarias, bosques nubosos, Golfito aparece como un diminuto punto de civilización en medio de una naturaleza virgen. Bajamos de la avioneta, aún vestidos de invierno y sentimos como nos golpeaba un penetrante y espeso calor húmedo. Nos miramos pensando que por fin lo habíamos conseguido, había merecido la pena.
De Golfito nos embarcamos en una lancha que cruzó las tranquilas aguas de la bahía hacia Puerto Jímenez, en la Penínisula de Osa.
Puerto Jiménez es un pueblo encantador que hace entrada al Parque Nacional Corcovado, uno de los parajes, según National Geographic, con más biodiversidad del planeta. Sus calles son tranquilas, de tierra, con tiendas de todo tipo, pulperías, tasquitas, sodas y alcoholerías. Todo el pueblo está como metido dentro de un jardín, con papagayos multicoles que vienen a comer a los árboles frutales, caimanes esperando inmóviles a zamparse una de las garzas blancas que anidan en los manglares, una playa de arena negra volcánica con un mar calmo de color plata donde ya nos hemos dado unos ricos chapuzones...
En este remoto lugar, hay muy poquito turismo y es muy sencillo encontrar una "cabina" (bungallow) agradable donde alojarse con agua caliente, un buen ventilador y en medio del pueblo (para quien quiera venir hasta aquí --> Cabinas Marcelina, en la Calle de los Comercios). Además de pasear y disfrutar del mar, nos dedicamos a organizar los próximos días. Gracias a una agencia de viaje local (ToucanTravel--> también en la Calle de los comercios) y su sabios consejos, vamos mañana de excurisón durante dos días por el Parque Corcovado para observar la flora y la fauna con un guía experimentado. Dormiremos en una tienda de campaña y según lo que hemos oido y leido, puede ser una experiencia muy interesante. Además, si el clima sigue tan bien como está ahora, a pesar de las predicciones, iremos a Panamá dando un bucle volviendo a Costa Rica por el Caribe... No queremos adelantarnos todavía pero esto parece un plan estupendo. Por de pronto, tras ver el Parque Corcovado, iremos a Bahía Drake, una playa a orillas del Pacífico.
"Pura Vida" es el saludo tico (costaricense) ...
Llegar a San José de Costa Rica después de un palizón de viaje como nos hemos pegado resulta algo desconcertante. Esto no es Colombia, Costa Rica es un país sin ejercito y se nota. Los trámites de inmigración son sencillos y rápidos, San José es una capital pequeña y se respira otro ambiente mucho más relajado, pero cuando llegamos anoche, una oscura nube plomiza se abatió sobre la ciudad. Hacía frío y no pudimos deshacernos del plumas y de la bufanda. Cansados, la misma nube oscura que cubría los cielos se abatió con aún más fuerza sobre nuestro ánimo. ¿Qué hacemos aquí? pensabamos... Con un vuelo previsto al alba sin saber muy bien dónde llegaríamos, nos metimos en internet para ver el mapa del tiempo : desolador. Nos anunciaban depresiones a escala de un continente, tanto las costas pacíficas como caribeñas se dibujaban bajo tormentas de lluvias para al menos los diez días próximos. De bajón, nos fuimos a cenar por las calles casi desiertas de San José bajo un chaparrón continuo. En la pensión donde nos alojamos (Backpackers Costa Rica : normalita y algo carilla para lo que es), nos ayudaron a diseñar una ruta apróximada para los días siguientes. Pusimos el reloj a las 3:45 de la madrugada, pues teníamos que coger un vuelo a las 6:00.
Al amanecer soplaba un aire algo más cálido que por la noche que parecía disipar tanto las nubes que pasaban sobre el país como las que resonaron en nuestra cabeza. Llegamos a un aeropuerto donde sólo opera la compañía Nature Air con una flota de avionetas de hélices. Casi los primeros, despegamos con las primeras luces del día. Fue un experiencia que nunca olvidaremos. Es algo que no se debe de hacer en Costa Rica. Por unos 35 euros, subes a una avioneta de 15 pasajeros, con ventanas panóramica y vuelas entre las nubes, las montañas, entre los dos mares divisando todo el paisaje y el cielo a 360|°. En unos 50 minutos, llegamos a Golfito.
Golfito es un minúsculo puerto franco, muy cerca de la frontera panameña, a orillas del Golfo Dulce y enfrente de la Península de Osa, una de la regiones más remotas y mejor preservadas de Costa Rica. Entre montes cubiertos de selvas primarias, bosques nubosos, Golfito aparece como un diminuto punto de civilización en medio de una naturaleza virgen. Bajamos de la avioneta, aún vestidos de invierno y sentimos como nos golpeaba un penetrante y espeso calor húmedo. Nos miramos pensando que por fin lo habíamos conseguido, había merecido la pena.
De Golfito nos embarcamos en una lancha que cruzó las tranquilas aguas de la bahía hacia Puerto Jímenez, en la Penínisula de Osa.
Puerto Jiménez es un pueblo encantador que hace entrada al Parque Nacional Corcovado, uno de los parajes, según National Geographic, con más biodiversidad del planeta. Sus calles son tranquilas, de tierra, con tiendas de todo tipo, pulperías, tasquitas, sodas y alcoholerías. Todo el pueblo está como metido dentro de un jardín, con papagayos multicoles que vienen a comer a los árboles frutales, caimanes esperando inmóviles a zamparse una de las garzas blancas que anidan en los manglares, una playa de arena negra volcánica con un mar calmo de color plata donde ya nos hemos dado unos ricos chapuzones...
En este remoto lugar, hay muy poquito turismo y es muy sencillo encontrar una "cabina" (bungallow) agradable donde alojarse con agua caliente, un buen ventilador y en medio del pueblo (para quien quiera venir hasta aquí --> Cabinas Marcelina, en la Calle de los Comercios). Además de pasear y disfrutar del mar, nos dedicamos a organizar los próximos días. Gracias a una agencia de viaje local (ToucanTravel--> también en la Calle de los comercios) y su sabios consejos, vamos mañana de excurisón durante dos días por el Parque Corcovado para observar la flora y la fauna con un guía experimentado. Dormiremos en una tienda de campaña y según lo que hemos oido y leido, puede ser una experiencia muy interesante. Además, si el clima sigue tan bien como está ahora, a pesar de las predicciones, iremos a Panamá dando un bucle volviendo a Costa Rica por el Caribe... No queremos adelantarnos todavía pero esto parece un plan estupendo. Por de pronto, tras ver el Parque Corcovado, iremos a Bahía Drake, una playa a orillas del Pacífico.
"Pura Vida" es el saludo tico (costaricense) ...
1 comentario:
un aire distinto no viene de Costa rica.. frescura, sencillez, paraiso de colores... casi como el mundo del pintor Gauguin. Algo que sabeis trasmitirnos..algo especial que nunca habia oido antes. Esperando, con un fervor casi mistico, saber aun mas sobre este pais...OS DESEO UN FELIZ VIAJE... muchas gracias
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